La salud bucal es fundamental, y no solo por la importancia que tiene para nuestro sistema digestivo o para sentirnos cómodos con nuestra apariencia. También es un fiel reflejo del estado general de nuestro organismo, ya que en nuestra boca habitan millones de bacterias que pueden desencadenar por sí solas enfermedades o indicar la presencia subyacente de alguna de estas.
De hecho, problemas de salud como la diabetes, los déficits nutricionales o las carencias vitamínicas y de minerales se pueden detectar en las revisiones bucodentales. Y aunque pueda parecer increíble, descuidar la higiene periodontal también se relaciona con percances del sistema digestivo, respiratorio o incluso cardiovascular. Esto es así porque, en casos de higiene deficiente, ciertas bacterias nocivas que pueden proliferar en la boca tienen la capacidad de alcanzar el torrente sanguíneo y de provocar infecciones en órganos alejados, como el corazón o los pulmones.
Acudir a la consulta si surgen molestias o simplemente a revisión
Por lo tanto, se podría decir que nuestra boca es como la puerta principal que nos protege del exterior, por lo que descuidarla equivale a permitir que patógenos del entorno entren en nuestro organismo y se atrincheren, con el consiguiente riesgo de sufrir enfermedades inesperadas. Así, al igual que no dejamos abierta nuestra casa o vivimos con una puerta que tiene grietas y está desconchada, también debemos cuidar y mantener sana nuestra boca.
En nuestra mano está acudir un par de veces al año al dentista, aunque sea para llevar a cabo simples revisiones. Y no hay que dudar en hacerlo en el caso de notar cualquier problema en las encías. Principalmente, porque estos tejidos que sostienen los dientes suelen reflejar nuestra salud dental y, como hemos visto, incluso nuestra salud general. No en vano, se calcula que entre el 25 % y el 50 % de las personas que presentan problemas en sus encías tienen más riesgo de padecer problemas cardiovasculares.
Este es un dato que nos puede llamar aún más la atención si tenemos en cuenta otro, el cual refleja que cerca de 4 de cada 10 personas en España sufren problemas relacionados con la sensibilidad dental y con sus encías. Gente que, en muchas ocasiones, no acude al especialista por considerar que su caso es poco importante, de forma que su patología se puede acabar agravando. Algo preocupante si se tiene en cuenta que, en estos casos, las bacterias perniciosas que causan la infección pueden proliferar sin control y, por tanto, afectar a otras zonas más importantes del cuerpo.
Los síntomas que pueden encender las luces de alarma
Por todo esto, es importante destacar los síntomas que tienen la capacidad de ponernos en sobre aviso ante un posible problema en nuestras encías:
- mal aliento habitual y sin explicación,
- inflamación de las encías o rojez,
- sangrado del tejido,
- aparición de dolor o de mayor sensibilidad al masticar,
- pérdida de firmeza de un diente, y
- encías retraídas o sensación de que el diente es más grande que antes.
Ante cualquiera de estas situaciones es importante solicitar una pronta revisión periodontal, ya que el tiempo puede contar de forma decisiva. Si no, nos expondremos a situaciones perjudiciales para nuestra salud como episodios de periodontitis – infecciones profundas que causan destrucción ósea -, pérdida de piezas dentales, incremento del dolor y sangrado o, como ya hemos reseñado, incluso problemas cardiacos, digestivos y respiratorios.
Habitualmente, lo que hará el odontólogo será examinar el estado de nuestras encías valiéndose de su instrumental, como las sondas. Con ello, comprobará la profundidad de las bolsas periodontales, si existe inflamación o sangrado y si el diente conserva su firmeza habitual. Y en caso de confirmar los problemas, determinará su magnitud y establecerá si requieren de la intervención de un periodoncista para su tratamiento.
El cuidado diario, la mejor forma de prevenir las patologías de las encías
En todo caso, y como se suele decir, mejor prevenir que tener que acabar curando. Así que una correcta higiene dental puede ser la mejor aliada para mantener a raya la mayoría de los problemas de la boca y, en especial, de las encías. En concreto, simplemente será cuestión de llevar a cabo gestos tan sencillos como cepillarse los dientes después de cada comida que se realice, emplear hilo dental y enjuagues colutorios para eliminar la suciedad que se acumula en zonas poco accesibles, no abusar de alimentos azucarados y ácidos, no fumar, y someterse a limpiezas y revisiones odontológicas bianuales.
Nuestra boca reclama una atención constante. A través de ella hablamos, aunque muchas veces no escuchamos lo que necesita transmitirnos. Por eso, es fundamental tenerla en cuenta a lo largo de nuestra vida y entender que su salud es una cuestión que afecta a todo nuestro cuerpo. Y es que, cuidar de ella a diario y someterla periódicamente a vigilancia profesional es nuestro deber para sentirnos bien, tanto por dentro como por fuera.
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