Para un adulto, perder una o varias piezas dentales siempre es motivo de disgusto. Principalmente, porque los dientes nos acompañan durante casi toda nuestra vida y son fundamentales para poder disfrutar de una correcta alimentación y digestión, así como de una boca sana y bonita. De ahí que el ser humano lleve miles de años ingeniándoselas para intentar paliar su caída o rotura a través técnicas implantológicas.
Es más, el primer implante del que se tiene constancia en la historia de la humanidad data de hace cerca de 9.000 años, por lo que en este tiempo la medicina ha podido perfeccionar mucho sus tratamientos para obtener los mejores resultados. Si en el Antiguo Egipto utilizaban restos de conchas para imitar las piezas dentales faltantes, ahora cualquier persona puede someterse a unos cuidados personalizados para obtener unos resultados impresionantes, que incluso mejoren su boca tanto a nivel funcional como estético.
El cuidado de los dientes es fundamental para evitar su pérdida
La realidad es que hace tiempo que dejó de ser un drama la caída o rotura de uno o varios dientes. Al fin y al cabo, es un fenómeno más habitual de lo que puede parecer, sobre todo si tenemos en cuenta que existen varios factores que pueden provocarlos:
- Presencia de caries que deterioran el esmalte y que, en última instancia, pueden provocar infecciones.
- Aparición de periodontitis por una higiene deficiente o por enfermedades como la diabetes, de manera que la infección provoque la inflamación y la destrucción de los tejidos gingivales. Son más frecuentes en las personas de avanzada edad.
- Como consecuencia de traumatismos, ya que los accidentes y golpes en la boca en ocasiones implican la rotura de los dientes o incluso de la pérdida completa de las piezas.
- Fisuras o fracturas por desgaste, porque con el tiempo los dientes se erosionan, pierden su anclaje e incluso se rompen y se caen. De hecho, problemas como el bruxismo pueden provocarlas de forma inconsciente.
- Por fortuna, y salvo en los casos de traumatismo, los dientes avisan antes de caer o romperse. Normalmente el afectado percibe durante días que algo no va bien en su boca, que tiene dolor, que las encías presentan inflamación y están retraídas, o que piezas concretas se desplazan ligeramente y pierden su consistencia habitual. Por eso, es fundamental acudir al odontólogo cuando hacen aparición estos síntomas, ya que en ocasiones se podrán salvar los dientes implicados y tan solo será necesario llevar a cabo un tratamiento para devolverlos a su posición natural y fijarlos.
La implantología, la solución para los pacientes edéntulos
Pero, ¿y si el paciente acaba siendo inevitablemente edéntulo parcial o total? Pues como ya hemos señalado, en pleno s.XXI esto no es un problema grave. Actualmente la implantología dispone de métodos muy útiles y efectivos para que cualquier persona que esté en esta situación pueda recuperar todas las características estéticas y funcionales de su boca.
El procedimiento habitual implica que especialista pueda analice el estado de su dentadura, de forma que pueda establecer el tratamiento e implante más adecuados. Aunque estos se dividen principalmente en dos subtipos:
- Endo-óseos: Son los más habituales, porque los implantes se instalan quirúrgicamente en los huesos maxilares o de la mandíbula. Y estos a su vez pueden ser muy diversos, desde cilíndricos a roscados a partir de tornillos.
- Yuxta-óseos: Se basan en la colocación de un marco metálico sobre el hueso de la mandíbula y bajo el tejido de las encías. Este se suele adaptar a la forma del propio hueso para poder ser fijado correctamente, aunque conlleva una intervención más prolongada y en muchas ocasiones no es fácil lograr una buena osteointegración. De ahí que, por su complejidad, solo esté recomendado en los casos de personas que no pueden utilizar dentaduras normales.
También podemos clasificarlos por el tipo de material que se usa, de zirconio o de titanio, así como por la técnica empleada (de carga inmediata o de dos fases). Aunque, en todo caso, es importante saber que todo implante necesitará de un proceso de adaptación a la boca del paciente, el cual suele durar entre 3 y 6 meses. En este tiempo deberá integrarse adecuadamente con el hueso maxilar, de forma que pueda soportar adecuadamente la carga funcional de la mordida.
Una sonrisa sana y bonita… sin dolor
Por lo tanto, hay una solución para cada persona y además los avances más recientes en implantología han conseguido que estas técnicas cada vez sean más cómodas e indoloras para los pacientes. Con ello, las molestias durante y tras su colocación se han minimizado prácticamente, y tan solo será necesario tener algo de constancia y de implicación. Fundamentalmente, para acudir a las revisiones y para someterse a los cuidados necesarios, con el objetivo de asegurar la correcta adaptación del nuevo ‘inquilino’ a la boca.
Todo con tal de mejorar la calidad de vida del paciente, porque no solo es cuestión de poder lucir más guapos. El hecho de contar con una dentadura completa también es más sano, pues nos permite masticar bien para facilitar nuestra digestión posterior, nos proporciona una mordida correcta que evita problemas de salud que afecten al resto de nuestro cuerpo, e incluso nos permite tener una mejor fonación para hacernos entender correctamente. Así que, para los casos en los que la prevención no sea suficiente, la tecnología de los implantes es la solución ideal para disfrutar de unos dientes fuertes y en buen estado.
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