
Abrasión dental: Cuando el cepillado puede acabar siendo el peor enemigo de los dientes
El cepillado es un aliado fundamental para poder disfrutar de una adecuada salud bucodental. Pero esta técnica higiénica no siempre se ejecuta de forma adecuada, lo que paradójicamente puede acabar siendo perjudicial para las propias piezas dentales. De hecho, esto es un buen ejemplo de lo que comúnmente se conoce como la abrasión dental.
El esmalte dental, un ‘escudo protector’ que puede desgastarse
En primer lugar, es importante recordar que cada diente está protegido por una capa externa denominada esmalte dental. Tiene 2 o 3 milímetros de espesor y es dura y resistente, ya que está compuesta de minerales, como la hidroxiapatita. Su función es proteger los dientes del desgaste por la acción del masticado, de los ácidos y de la placa, de los cambios de temperatura, de los continuos roces entre las propias piezas o de los traumatismos de origen externo.
Por lo tanto, el esmalte dental carece de terminaciones nerviosas, lo que significa que no duele cuando empieza a debilitarse. Y esto puede ser un problema, ya que si la persona afectada no se da cuenta a tiempo de esto y no acude a su especialista, es posible que la capa interna, la dentina, se vea afectada y que la integridad del diente se vea comprometida.
Existen varias causas por las que puede dar comienzo este proceso de desgaste que afecta al esmalte de los dientes. Y como ya hemos anticipado, la abrasión dental es una de las que más quebraderos y preocupaciones generan entre los odontólogos, pues sus daños no se pueden revertir de forma natural.
¿Qué es la abrasión dental?
La abrasión dental es el desgaste y pérdida del esmalte dental por razones exógenas, bien mecánicas o por la acción de sustancias abrasivas. Así, la técnica de abrasión dental por aire o micro abrasión aprovecha este concepto para erosionar sin dolor la superficie de la pieza, con el objetivo de corregir caries dentales, eliminar manchas o coloraciones, o preparar restauraciones de los propios dientes.
Sin embargo, realmente la abrasión dental es más conocida por ser una dolencia para la salud bucodental que tiene su origen en prácticas o hábitos perjudiciales. Un problema que es prácticamente inapreciable en sus inicios, pero que con el paso del tiempo sí puede hacerse notar a través de una sintomatología diversa:
- Mayor sensibilidad dental: Se percibe dolor cuando la capa de esmalte se ve comprometida y el proceso de abrasión llega a la dentina o incluso al cemento - la capa interna que afianza los dientes dentro del hueso maxilar - . Normalmente, se siente en los casos en los que el alimento o bebida es muy frío o caliente.
- Alteración inicial del esmalte: Esta capa mineral se ve lisa, plana y brillante.
- Dientes con bordes irregulares o grietas/fisuras: Aquí el daño ya es muy visible, porque el desgaste ya ha empezado a penetrar en la superficie del diente.
- Retracción de las encías: El tejido conectivo que está junto a las piezas dentales puede ir desapareciendo paulatinamente por las sucesivas abrasiones, por lo que el cuello del diente (zona de unión entre la corona y la raíz) se hace visible.
- Decoloración de los dientes: Del blanco habitual a tonalidades marrones, pasando por colores más amarillentos cuando el proceso de abrasión dental está avanzado.
- Ausencia de placa bacteriana: Los microorganismos que habitan en el interior de la boca también pueden verse seriamente afectados por este desgaste dental.
En consecuencia, es recomendable que toda persona que experimente uno o varios de estos síntomas acuda a la consulta del especialista para que su caso sea valorado.
Cómo prevenir y evitar las causas de la abrasión dental
Resulta sorprendente que, por ejemplo, un gesto tan aparentemente inocente y benigno como lavarse los dientes pueda estar detrás de los problemas más habituales de abrasión y desgaste. Pero así es, por lo que vamos a entrar en detalles sobre sus grandes causas:
- Abrasión dental por cepillado incorrecto: En nuestro intento de limpiar bien la superficie del diente, podemos hacerlo con demasiado vigor. Y esto no es bueno, ya que la fricción agresiva y continuada de las cerdas del cepillo con el esmalte puede acabar rápidamente con esta barrera natural. Por eso, se recomienda colocar el cepillo en un ángulo de 45º, y realizar movimientos y barridos suaves sin desplazarlo de su punto de apoyo.
- Abrasión dental por utilización de un cepillo inadecuado: De poco servirá que sepamos cómo lavarnos los dientes si empleamos una ‘herramienta’ que no es la adecuada. Hay que rehusar los cepillos muy duros y de gran resistencia; y optar por soluciones de dureza media o suave, en función de la energía que apliquemos y de la sensibilidad de nuestra boca.
- Por la abrasividad de las pastas dentales: Las sustancias químicas también pueden afectar de lleno al esmalte dental. De forma que hay que tener especial cuidado con la composición de las pastas dentales que utilizamos. En este sentido, la American Dental Association adoptó un criterio para medir el efecto erosivo de estos productos. Gracias a este sistema de medición, los fabricantes de pastas de dientes analizan periódicamente los resultados de abrasividad relativa de la dentina (RDA) de sus productos y los comunican al organismo de control correspondiente, que en el caso español es la Sociedad Española de Epidemiología y Salud Pública Oral. Según el criterio de esta, los valores de RDA inferiores a 250 son seguros para la salud de los dientes; aunque se recomienda usar pastas dentales poco abrasivas (valores RDA de 0 a 80) cuando hay lesiones o problemas previos, como periodontitis.
- Por el empleo erróneo de otros objetos de limpieza dental: El esmalte también puede resultar dañado por el uso de palillos de madera para limpiar los espacios entre los dientes o por una mala utilización de la seda dental.
- Por razones de alimentación y desgaste por rozamiento con objetos metálicos: Comer pipas de manera habitual o morder semillas no se lleva bien con la salud de nuestro esmalte dental, al igual que sostener entre los dientes agujas o alfileres. Y, por supuesto, llevar piercings intraorales puede generar igualmente un importante desgaste.
Tratamientos para la abrasión dental
Una vez que hay indicios o sintomatología de que se está produciendo desgaste dental y abrasiones, la primera medida para paliar es detectar y cesar los hábitos que lo provocan. Como ya hemos dicho, si el problema está en un mal cepillado, es preciso dar las claves al paciente para que mejore su técnica; mientras que si el origen está en un cepillo inadecuado, hay que sustituirlo inmediatamente por uno idóneo. Y junto a ello, hay que elegir bien y optar por bajos niveles de abrasividad de las pastas dentales, sobre todo si existen problemas previos de salud bucodental.
Pero hay casos en los que no se puede prevenir, porque ya es demasiado tarde. De hecho, al ser un mineral y carecer de células, el esmalte dental no se puede regenerar. Por eso, para las situaciones en las que el daño por abrasión dental sea evidente y potencialmente peligroso para el diente, hay tratamientos basados en resinas compuestas. Estas se utilizan para reconstruir la pieza dental, especialmente si la lesión en el esmalte aún no es importante.
También puede haber situaciones más extremas, como las que afectan a la superficie oclusal de la pieza. Para solucionarlas, se emplean coronas o incrustaciones de cerámica. O problemas en los que ya existan daños en las encías, como ocurre en la retracción gingival; en cuyos casos se podrá realizar un injerto para evitar la pérdida de la pieza y la aparición de molestias por hipersensibilidad.
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